Ya he posteado antes sobre el conflicto entre Evo Morales y el Poder Judicial boliviano, que vuelve a ser un signo de hasta qué punto Evo quiere parecerse a Chávez:
Chávez, Morales, Correa y demás referentes del populismo emergente en Hispanoamérica dan la espalda a los principios fundamentales de la democracia. Y, con corta memoria histórica (proporcionalmente inversa a su monumental egolatría), argumentan que el Estado monolítico que pretenden encarnar debe legislar, administrar justicia, asumir un control absoluto sobre los recursos nacionales y dominar las mentes y los estómagos de sus pueblos, avanzando día a día en el camino al despotismo. Como advertía lord Acton, "el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente".
Puesto que la evidencia histórica demuestra que, cuando impera la confusión entre Estado, Gobierno y gobernante, quienes ejercen el poder político adoptan posturas dictatoriales y el ciudadano se convierte en un ser desdichado, dependiente y sometido, ese perverso ordenamiento social que han bautizado con el nombre de "socialismo del siglo XXI" conduce a una cultura de imposición y arbitrariedad, por un lado, y de dependencia y evasión, por el otro, con lo que se crea un clima de confrontación permanente que, en nombre de la "revolución", nutre a los tiranos de todos los colores y razas.
Eudoro Galindo Anze - "El Estado soy yo" - Exteriores
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