Artículos muy interesantes sobre el Corán, los musulmanes moderados y la vigilancia en las mezquitas

jueves, diciembre 29, 2005

Deberíais todos leerlo (si no lo habéis hecho ya): Se titula Vigilar las mezquitas y trata sobre el papel del Islam en la violencia jihadista.

Yonaida Selam muestra su alarma ante la vigilancia de las mezquitas melillenses y, en general, españolas. ¡Oh, qué tremendo error el nuestro! ¡Hasta dónde ha llegado nuestra islamofobia, señores! ¡Qué intolerantes somos! Ironías aparte, que este tema es serio. Muy serio. El fanatismo islamista (Tel Aviv, Nueva York, Beslan, Madrid, Londres; de internacional nada) es hoy el principal foco de terrorismo global. Y frente a él no caben políticas de integración ni buenos gestos ni alianzas absurdas. Cabe su derrota. En todos los frentes. En el campo militar contra los tiranos que tienen en la más absoluta miseria y depravación a su pueblo y financian y legitiman a los jihadistas; y en el civil, aquí en nuestra casa, contra aquellos que, amparándose en la libertad de expresión de la que gozan, predican sermones fundamentalistas que incitan al odio y a la violencia. Patéticamente, algunos todavía siguen cegados en su incompetencia burda y en el discurso políticamente correcto con tal de no ver una realidad que cada vez es más palpable.
Y hablo de realidad. Datos objetivos, hechos que están ahí y que no van a poder tapar por mucho que intenten esconderlos. Por ejemplo, en EEUU, a finales del 2004 y principios del 2005, los voluntarios de Freedom House, una organización que se autodenomina como una voz clara por la democracia y la libertad alrededor del mundo, visitó 15 mezquitas desde Nueva York hasta San Diego y publicó sobre esto un informe que el ilustre estudioso del Islam, Daniel Pipes, calificó como “horroroso” por su conclusión: en dichas mezquitas, sufragadas por los petrodólares saudíes, se predican sermones con claras perspectivas anticristianas, antijudías, misóginas, jihadistas y supremacistas…


A propósito de esta cuestión hay un interesantísimo artículo de Robert Spencer publicado por GEES titulado "el jihadismo y el Corán" del que reproduzco algunos párrafos:

La semana pasada, en Nueva York, Oriana Fallaci indicaba que el Corán era el Mein Kampf del movimiento jihadista. Señaló que el libro santo del Islam exige la aniquilación o la subyugación del otro, y que quiere sustituir la democracia con el totalitarismo. (...)

Como ha dicho Ibn Warraq, “puede haber musulmanes moderados, pero el Islam en sí mismo no es moderado”. Es decir, hay gente manifiestamente pacífica que no tiene ninguna intención de trabajar con el fin de imponer la sharia en Occidente, mediante medios violentos o subversivos, y que se identifican como musulmanes. Este hecho simple no atenúa otro hecho, que es que algunos moderados de alto nivel que firmaron la reciente fatwa contra el terrorismo del Consejo Fiqh de Norteamérica, resultaron ser mentirosos, como el imán Fawaz Damra de Cleveland.

Nadie puede afirmar que todos los musulmanes pacíficos sean mentirosos, sin poder examinar la mente de cada uno -- aunque sé que algunos escritores ignorantes e inclementes con el Islam han hecho justamente tal afirmación. Y decir que el Corán es el Mein Kampf del movimiento de la jihad no es negar la realidad de que mucha gente, si no la mayoría, que se identifica como musulmanes están interesados principalmente en llevar vidas ordinarias, ganarse la vida, aportar a sus familias, etc.

¿Cómo podría ser que el Corán el Mein Kampf -- es decir, la inspiración y el libro guía, la fuerza motriz -- del movimiento de la jihad, y haber aún así musulmanes pacíficos? En primer lugar, porque los propios jihadistas lo invocan rutinariamente como justificación de sus actos de violencia, y como medio de reclutar a otros musulmanes para su movimiento. Hay disponibles online centenares de fotos de terroristas de la jihad blandiendo el Corán, a menudo junto con rifles y otras armas. Y cualquier vistazo rápido a las declaraciones de jihadistas demuestra que están llenas de citas del Corán y llamadas de atención a otros musulmanes de que ellos representan “el Islam puro”.

Estos jihadistas tampoco falsifican, retuercen, o secuestran lo que dice el Corán. De hecho, son ferozmente literales, tomando al pie de la letra los muchos versos marciales del libro. Existe más de un centenar de versos en el Corán que exhortan a los fieles a emprender la jihad contra los infieles. “¡Oh Profeta! Lucha contra los infieles y los hipócritas y sé firme contra ellos. Su morada es el Infierno, un refugio perverso en la práctica” (Sura 9:73). “Lucha” en árabe es jahidi, una forma verbal del sustantivo jihad. Esta lucha iba a tener lugar sobre el campo de batalla: “Cuando te encuentres con los infieles en el campo de batalla, decapítalos y, cuando los hayas derrotado, ata firmemente a tus cautivos” (Corán 47:4). Esto se acentúa en diversas ocasiones: “¡Oh tú que crees! Lucha contra los infieles que te oprimen, y deja que encuentren firmeza en ti: y has de saber que Alá está con los que Le temen” (Corán 9:123).

Esta guerra había de ser dirigida tanto contra los que rechazaban el Islam como contra aquellos que eran musulmanes de fe pero no mantenían la plenitud de la fe: “Profeta, libra la guerra contra los infieles y los hipócritas y trata con ellos rigurosamente. Que el Infierno sea su casa: un destino perverso” (Corán 9:73). Esta guerra era solamente parte del conflicto espiritual más general entre Alá y Satán: “Los que creen, luchan por la causa de Alá, y los que rechazan la fe luchan por la causa del mal: así que lucha contra los amigos de Satán” (Corán 4:76). “Después, cuando los meses sagrados hayan pasado, masacra a los idólatras dondequiera que te los encuentres y hazlos cautivos y acósalos, y prepara emboscadas para todos ellos. Pero si se arrepienten y establecen sumisión y pagan el tributo, entonces déjalos en paz. ¡Que así sea! Alá es perdón y clemente” (Corán 9:5). El “tributo” en este verso es el zakat, que es una obligación central para los musulmanes. Por lo tanto, el verso dice que si “los idólatras” se convierten en musulmanes, déjalos en paz.

Los judíos y los cristianos debían ser combatidos junto con los “idólatras”: “Lucha contra los que no creen en Alá ni en el Juicio Final, no respeten la prohibición de lo que ha sido prohibido por Alá y Su Mensajero, ni reconozcan la religión de la Verdad, (aunque pertenezcan) a los Pueblos del Libro hasta que paguen la jizya con sumisión voluntaria y se sientan sometidos" (Corán 9:29).

La jihad es el deber más alto de los musulmanes: “Vosotros que dais de beber a los peregrinos o que mantenéis la Sagrada Mezquita, ¿sois iguales que los que realizan el piadoso servicio de aquellos que creen en Alá y en el Juicio Final, y luchan con uñas y dientes por la causa de Alá [jihad fi sabil Ala]? No son comparables a los ojos de Alá: y Alá no guía a los que agravian. Los que creen, que sufren el exilio y luchan con uñas y dientes, por la causa de Alá [jihad fi sabil Ala], con sus bienes y con sus personas, tienen el rango más alto a los ojos de Alá: son las personas que lograrán la salvación” (Corán 9:19 - 20). En la teología islámica, jihad fi sabil Ala se refiere específicamente a coger las armas por el Islam. El paraíso está garantizado para aquellos que “masacran y mueren” por Alá: “Alá ha comprado a los valientes sus personas y sus bienes; para ellos (a cambio) es el jardín (del Paraíso): luchan por Su causa, y masacran y mueren: una promesa les une la Él en la verdad” (Corán 9:111).

Uno puede intentar justificar tales versos, pero no hay duda desde el punto de vista histórico que Mahoma los interpretaba literalmente. También son respaldados por numerosos pasajes de la tradición y el derecho islámicos. No obstante, el hecho de que la guerra contra los infieles no sea un giro del Islam, sino de la corriente islámica, y que sea repetidamente afirmado en el Corán, el Hadith, el ejemplo de Mahoma y los dictados de toda escuela de jurisprudencia islámica tampoco convierte en terrorista a todo musulmán.

Hay varios motivos importantes para esto. Uno es que dado que el Corán está escrito en árabe clásico, difícil, y que tiene que ser leído y reciclado durante la oración musulmana solamente en ese lenguaje, una cifra sorprendentemente grande de los que se identifican como musulmanes tiene en realidad escaso respeto a lo que dice en la práctica. Aunque el estamento mediático continúa utilizando las palabras “musulmán” y “árabe” como si fueran sinónimos, la mayor parte de los musulmanes de todo el mundo no son árabes. Incluso el árabe moderno es ajeno a ellos, por no mencionar el árabe clásico coránico. A menudo se aprenden el Corán de memoria sin noción clara de lo que dice realmente. Un musulmán paquistaní me decía orgullosamente una vez, que había memorizado grandes partes del Corán, y planeaba comprar una traducción un día de modo que pudiera descubrir exactamente lo que estaba diciendo. Tales posturas son comunes hasta tal punto que sorprendería a la mayor parte de los no musulmanes.

Otros factores culturales también han militado en contra de los musulmanes hasta hace poco tiempo, particularmente en el Este de Europa y Asia Central, actuando según, incluso sabiendo que gran parte de las enseñanzas reales del Islam versan sobre cómo tratar a los infieles. Sin embargo, eso está cambiando: en aquéllas áreas y en el resto del mundo, los fanáticos musulmanes, aunque no siempre financiados por Arabia Saudí se han introducido en comunidades musulmanas pacíficas elogiando el Islam violento como “el islam puro” y pidiendo a los musulmanes el retorno a la total observación de su religión. Y lo están haciendo por medio del Corán.

Así que, ¿es el Corán el Mein Kampf del movimiento totalitario y supremacista que es la jihad islámica global? Si tomamos en serio las palabras del propio libro y cómo son utilizadas por los jihadistas, entonces es claramente la inspiración y la justificación. ¿Vamos a ignorar las declaraciones transparentes de los jihadistas sobre esto porque ofendan las sensibilidades contemporáneas? El desafío para los musulmanes genuinamente pacíficos hoy es confrontar este hecho, en lugar de negarlo como hacen a menudo los apólogos de Occidente, e intentar formular estrategias para el rechazo a gran escala de la lectura literal en la comunidad islámica en América y en todo el mundo, de modo que los musulmanes pueden coexistir pacíficamente como iguales con los no musulmanes, sin el continuo recrudecimiento de este impulso supremacista.

¿Puede hacerse? Las probabilidades en contra son prohibitivas. Pero flaco favor hacemos a los reformistas musulmanes genuinos negando que haya algún trabajo que sea necesario que hagan con el Corán y la tradición islámica, o fingiendo que la fuente del problema es otra distinta a la que es.