La yihad en España

jueves, diciembre 15, 2005


Interesante resumen del libro "La yijad en España" de Arístegui:

"Quienes menosprecien el riesgo de los enemigos a los que nos enfrentamos, o quienes digan que no debemos obsesionarnos con el terror, estarán creando las condiciones para la perpetuación o como poco la prolongación de esta lacra. Obsesionarse, no; ignorarlo, menos; rendirse, nunca". Éste es el rotundo mensaje final que Gustavo de Arístegui nos transmite en su libro La Yihad en España, recién parido en las librerías y segundo retoño del mismo autor sobre el islamismo radical, un enemigo despiadado del que tomamos conciencia con demasiada calma y no poca inconsciencia, a tenor de las estrategias, los fines y los medios que emplea.

Gustavo de Arístegui vuelve con toda solvencia, rigor y erudición a sacudirnos la modorra de la indiferencia o de la tibieza poniéndonos, a través de un gran alarde de pesquisas y de aproximación a las teorías y prácticas radicales, ante la dura realidad de un fenómeno terrorista global, del que no podemos escapar con florituras ni mirando tampoco hacia otro lado ("alianza de civilizaciones sólo puede haber entre democracias que compartimos principios y valores"). El impacto del libro es indudable para cualquier persona reflexiva y sensata. Cuatrocientas páginas hilvanadas con un ritmo trepidante, que desaconseja abandonar la lectura hasta el final, a pesar de las dificultades para asimilar tantos nombres y organizaciones islamistas (algarabía) como se consignan en él. Gustavo de Arístegui, como ya nos demostró hace un año con su anterior obra (El islamismo frente al islam), no se toma a broma este asunto, ni siquiera incurre en la pedantería de limitarse a exhibir sin provecho sus profundos conocimientos sobre el islamismo y el islam. No, no. Se propone, y lo logra con largueza, que todos nos familiaricemos con este grave problema, lo sintamos como propio y venzamos la "preocupante ignorancia que hay en Europa en general y en España en particular sobre este brutal fenómeno que es el terrorismo yihadista".
En el libro de Gustavo de Arístegui hay mucho espacio para la preocupación, la alarma fundada, el perfil sobrecogedor de los terroristas, los objetivos indeclinables que tienen planteados y el riesgo cierto de reproducirse con éxito en el caldo de cultivo de una necia permisividad "progresista" y estúpidamente tolerante. Hay también, afortunadamente, un amplio margen para el optimismo y para la propuesta de medidas eficaces para combatir al islamismo radical en el terreno de la educación, de la justicia, de la movilización social, de la cooperación internacional y hasta de la política penitenciaria, cuya gran influencia también se desvela. Dice De Arístegui que "los teóricos del islamismo han dado una prioridad absoluta a España en su estrategia, pues la reconquista de Al-Ándalus es una obsesión y un símbolo". Libros como éste son decisivos para enfrentarnos con eficacia a esa obsesión.

Si quereis oír a Arístegui, Martinito lo tiene en su blog en la entrevista que le hicieron en el programa La Linterna de la COPE. Como ya señalé en este post.

Especialmente importante es este libro cuando se anuncian noticias como ésta:

Un informe de los Servicios de Información españoles alerta del riesgo creciente de que jóvenes musulmanes radicales puedan convertirse en miembros activos de organizaciones terroristas.

La idea de que el terrorismo islamista en España y en toda Europa está promovido, financiado y ejecutado por organizaciones e individuos extranjeros, que se instalan en las sociedades occidentales y luego las golpean con toda la dureza de que son capaces, puede ser muy cierta y tener al día de hoy una gran vigencia, pero algo está cambiando en este panorama y parece que el fenómeno del terrorismo internacional tendrá cada vez mayor complejidad porque, entre otras razones, tiene cada día mayor imbricación dentro de nuestras sociedades y poco a poco se está "nacionalizando".

La segunda generación

Aunque en las últimas operaciones policiales contra el terrorismo islamista que han tenido
lugar en España y que han permitido detener en las últimas semanas a casi una veintena de personas, la mayor parte de los implicados son argelinos de condición salafista, la realidad es que existe un peligro latente dentro de la propia sociedad española en los llamados islamistas de segunda generación, es decir, esos jóvenes musulmanes radicales, de nacionalidad y residencia española, que son un evidente caldo de cultivo para "alimentar" el terrorismo internacional. La preocupación es clara en el Gobierno español, tal como ha venido reflejando el ministro del Interior, José Antonio Alonso. Los ejemplos de Londres y París han venido a demostrar que esta situación forma parte de nuestra realidad en toda Europa. Dentro de España han sido los propios Servicios de Información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado los que han dado la voz de alarma acerca de esta peligrosa situación que se nos viene encima. Un informe de la inteligencia española, al que ha tenido acceso Europa Press, alerta de este "incipiente peligro" procedente de los islamistas de segunda generación e insta al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a tomar medidas de prevención para evitar que estos jóvenes radicales se conviertan en elementos al servicio terrorista.
El ejemplo británico y francés
El informe recomienda, en este sentido, fijar la mirada en Reino Unido y Francia, donde los elementos terroristas o desestabilizadores han sido personas socialmente integradas. Sól
o en el país galo, las autoridades francesas estiman que existen alrededor de 5.000 salafistas, que se radicalizan en "algunas salas de rezos" o en las cárceles, tal como publicó recientemente el diario Libération, que recogía también la "prioridad" de este asunto para el ministro de Interior francés, Nicolas Sarkozy. Según el informe de los servicios españoles sobre los islamistas de segunda generación, se trata de individuos que responden a un perfil muy determinado: adolescente, varón, de nacionalidad española y origen magrebí, con alto nivel de integración social pero curiosamente muy vulnerables ante el discurso radical, alimentado por sus mayores, en su propio entorno familiar o círculos de amistades. Los llamados "imanes de garaje", que predican en locales repartidos por toda España, ejercerían una gran influencia sobre estos chicos que podrían suponer, según el informe, una seria amenaza para nuestro país.

Focos integristas

La Policía española ha elaborado un censo con más de 400 locales de este tipo repartidos por toda España en los que se difunden mensajes radicales, aunque los principales focos de integrismo se sitúan en zonas con fuerte presencia magrebí, como Navarra, Cataluña, Andalucía y todo el Levante español. De hecho, las últimas operaciones realizadas en España por la Policía se llevaron a cabo en Granada, Málaga, Alicante y Murcia. En todo caso, estos jóvenes, en virtud de su nacionalidad española, disfrutan de una gran movilidad por toda la geografía nacional. La situación es tan peligrosa que el Consejo de Ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea acaba de aprobar una Estrategia y Plan de Acción común contra la radicalización y la captación de terroristas en todo el territorio europeo. El informe de los servicios españoles no está, por tanto, desorientado, sino que responde a una realidad palpable, de la que han tomado nota en toda Europa tanto el primer ministro británico, Tony Blair, como presidente de turno de la UE, como la propia Comisión Europea que preside José Manuel Durao Barroso.

Se abordará en la próxima cumbre de Bruselas

Está previsto que este asunto se aborde en la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que la UE va a celebrar
en Bruselas los próximos días 15 y 16 de diciembre. El ministro José Antonio Alonso, muy consciente en todas sus declaraciones de esta situación, asegura que el radicalismo islamista hay que controlarlo y combatirlo allí donde se produzca, ya sea una mezquita o en un locutorio. Para evitar malentendidos, aclaró finalmente: "El Islam es una opción cultural y religiosa absolutamente legítima, y el terrorismo es algo completamente ilegítimo contra lo que hay que luchar".

No sé, no sé: si la jihad es una institución intrínseca al Islam desde su nacimiento y efectivamente estos están luchando por la jihad, la pregunta sería ¿es cierto que es una opción cultural y religiosa legítima, cuando su manifestación más importante es matar personas inocentes para lograr la dominación mundial? ¿Realmente es tan distinto del Islam cuando hay imanes que se han negado a ir a determinadas concentraciones para protestar por asesinatos de personas, cuando se siguen encontrando cintas de casette en mezquitas llamando a exterminar judíos, en Europa (post), por poner ejemplos, sin que NADIE proteste, o con protestas muy limitadas? Sígolo dudando.