Mientras Al Fatah asume el liderazgo de los islamistas de Hamas en Gaza, su futuro se hace cada vez más incierto ante las fuertes divisiones internas. Desde su celda en Israel Mauran Barguti, máximo dirigente de las Brigadas de Al Aksa, acusa al Presidente de la Autoridad Palestina y de Al Fatah, Abú Mazem, de corrupción, lo que le inhabilitaría para seguir al frente del partido. Un terrorista denuncia a un ladrón, convencido de que sus crímenes no pueden ser obstáculo para sucederle en el poder. Más tarde o más temprano la vieja guardia de Túnez tendrá que dar paso a los más jóvenes, formados en las dos intifadas. Si nadie lo remedia podemos encontrarnos con terroristas palestinos, en sus versiones nacionalista e islamista, al frente de las formaciones más importantes, lo que sería un grave obstáculo tanto para el proceso de paz como para la democratización de Palestina.
Como comentábamos en el artículo de ayer la Unión Europea comienza a dar signos de debilidad en su tratamiento a Hamas. No es capaz de asumir que su cometido, como ejemplo de naciones democráticas, es mantener una posición de firmeza frente a aquellos que rechazan este sistema. Porque, guste o no en Bruselas, Hamas impugna tanto la existencia del estado de Israel como la democracia parlamentaria.Aunque están dispuestos a utilizar esta última para conseguir la desaparición de sus vecinos y, finalmente, instaurar la sharia al oeste del Jordán.
El presidente iraní ha hecho una nueva e ilustrativa declaración sobre Israel, la tercera. Además de seguir dudando sobre la realidad del Holocausto y de negar el derecho a existir al estado judío, ha señalado algo que no conviene pasar por alto: los occidentales apoyan a Israel porque saben que su desaparición supondría un cambio mayor en la región. Ahmadineyah tiene razón en la importancia del cambio, pero no en que los occidentales lo sepan. Si lo supieran, si fueran conscientes de que la existencia de Israel es mucho más que la pervivencia de un estado judío, si comprendieran que, sobre todo, es una democracia que se encuentra en la primera línea de la guerra contra el radicalismo islámico, entonces no caerían en el error de legitimar a Hamas.
Nuestra falta de valores, nuestra incapacidad para mantener una actitud firme, nos hace previsiblemente débiles. Ellos lo saben, lo proclaman y actúan en consecuencia. Europa sólo está dispuesta a actuar diplomáticamente y a enviar cuanto dinero sea necesario. Es nuestra forma de estar a bien con nuestra conciencia. Si sus dirigentes son islamistas y/o terroristas, ¿con quién vamos a negociar el envío de nuestra ayuda? No podremos seguir engañándonos mucho más tiempo. La ayuda no lo es todo. Más aún, la mejor ayuda es dejarles claro cuál es el camino que deben seguir, que no puede ser otro que el imperio de la ley.