Un fantasma recorre Europa en el blog Tizas

viernes, diciembre 16, 2005

Reproduzco este post del blog Tizas porque me parece un muy buen resumen de cómo estamos en estos momentos:

Cuantas más certezas tenemos de la amplitud de las redes islamistas en Europa --que debate agriamente los presupuestos comunitarios-- más numerosos son aquellos que niegan la dimensión del riesgo. Valentí Puig escribe en ABC que la extensión del islamismo radical en Europa, escribe, tiene que ver con un fracaso en la integración de los inmigrantes y es una prueba del descrédito del multiculturalismo.

Un día sí y otro también cae alguna red islamista en la Europa que debate agriamente los presupuestos comunitarios. Ayer fue en París, como hace unos días fue detenida en la Costa del Sol una célula del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate argelino.

Practicaban «robos limpios», residían en un chalé de Estepona con piscina en forma de riñón, sufragaban atentados. Cuanta más certeza tenemos de la amplitud de esas redes, más hay quien niega la dimensión del riesgo, clasificando como islamófobos a los que persisten en la idea de que existe un islam moderado y un islam radical, aunque por ahora los moderados casi nunca condenen explícitamente a los radicales. En Francia el último presunto islamófobo prácticamente linchado por la prensa de izquierdas ha sido Alain Finkielkraut, uno de los pensadores más lúcidos de la época.

Después de las noches de caos en Francia, Finkielkraut declaraba al periódico israelí «Haaretz» que los disturbios nocturnos eran un ataque de violencia nihilista contra la República Francesa: alertó contra la noción romántica de unos jóvenes en rebeldía en nombre de los desposeídos de la Tierra y sugirió que -según indicaban las detenciones y las escenas filmadas- algunos de los asaltantes podían ser negros o musulmanes, nacidos en Francia pero vinculados primariamente a una entidad étnico-religiosa que impedía su integración.

Esas cosas las saben en Holanda, en Francia, en Atocha, en toda Europa, pero existe una especie de gran contrapeso políticamente correcto que las niega y además condena su constatación. A Finkielkraut se le ha acusado de agitar las aguas del mal. Grave coerción en una Europa que proviene de la Ilustración y se autopostula como lugar de la razón y la tolerancia.

Una prieta coalición de periodistas en busca de causa absoluta, de profetas comunitaristas y adalides del multiculturalismo está ahí para negar que el gueto no es siempre producto de la sociedad de acogida y que puede ser consecuencia de la mentalidad del inmigrante. Hay quien se cree capacitado para negar la Historia, como se negó la existencia del muro del Berlín o del «gulag» soviético.

En otros arrabales y guetos, en otros chalés con piscina, el reclutamiento de «jihadistas» ya es un flujo estadístico. A lo mejor andan por ahí enviados de los Hermanos Musulmanes que, con la espingarda en una mano y la urna en la otra, tienen ahora casi noventa escaños en el Parlamento egipcio. Para los Hermanos Musulmanes, con escaño o sin escaño, el islam es la solución.

No pocas investigaciones coinciden en que el núcleo de los Hermanos Musulmanes -expandido en toda Europa- actúa hoy en virtud de una estrategia de alcance mundial que se conoce como el «Proyecto»: el islam es la solución, Occidente es el mal. Desde luego, quienes han pretendido lapidar mediáticamente a Finkielkraut no van a rectificar cuando aparezcan más conexiones, más redes, más chalés islamistas.

Necesitan construirse una verdad para poder relativizar todo lo demás. El islam radical tiene también sus compañeros de viaje, sus tontos útiles.

El descrédito del multiculturalismo en Europa no da ningún motivo para alegrarse. Fue un tender la mano de la forma más bienintencionada, incluso a costa de leerse manuales filosóficos que rebosaban irrealismo histórico y optimismo antropológico.

Era la mala conciencia por el pasado colonialista de Occidente, como si a la hora de concebir políticas inmigratorias eso tuviera que obligar a la laxitud en cuanto a asilo político o reagrupamiento familiar.

Ahora estamos en la etapa de saber que hubiese sido mejor requerir del inmigrante una integración más voluntariosa. También sabemos que los inmigrantes se integran en nuestras sociedades en uno u otro grado según sus creencias, sus orígenes y la perpetuación de su entorno. Desafortunadamente, no es difícil intuir que llegamos algo tarde.

(los links son míos, el link original del artículo AQUÍ)