ISLAM, LA RELIGIÓN DE LA DESIGUALDAD
Por parte musulmana «desde los primerísimos tiempos la conversión ha sido impuesta con las armas»
Aparte de conceptos como la conversión, la diferencia más fuerte entre Cristianismo e Islamismo está en la concepción del ser humano, según se reflexionó en Congreso celebrado en Roma en conclusión de los actos por el V Centenario del nacimiento del Papa San Pío V.
La Pontificia Universidad Lateranense acogió este encuentro en torno al tema «Cristianismo e Islam, ayer y hoy».
La Pontificia Universidad Lateranense acogió este encuentro en torno al tema «Cristianismo e Islam, ayer y hoy».
De las diferencias entre ambos credos habló monseñor Walter Brandmüller –presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas--, subrayando la desigual forma de concebir la conversión y el uso de la violencia.
«Para los cristianos la conversión debía ser voluntaria e individual», «principalmente a través de la predicación y el ejemplo», mientras que por parte musulmana «desde los primerísimos tiempos la conversión ha sido impuesta con las armas», explicó.
Pero alertó de que «la diferencia más fuerte entre Cristianismo e Islam es a propósito de un tema central como la concepción del ser humano».
«Lo demuestra el hecho de que muchos países islámicos no hayan aceptado la Declaración de los Derechos del Hombre promulgada por las Naciones Unidas en 1948, o lo hayan hecho con la reserva de excluir las normas que contravengan la ley coránica, esto es, en la práctica todas», afirmó monseñor Brandmüller.
Añadió que en la tradición islámica no existe el concepto de igualdad de todos los seres humanos, ni en consecuencia el de la dignidad de toda vida humana. «La "sharia" de hecho está fundada en una triple desigualdad: entre hombre y mujer, entre musulmán y no musulmán, entre libre y esclavo», aclaró.
E hizo hincapié en que «la más irrevocable de estas desigualdades es sin embargo la del hombre y la mujer».
«Para los cristianos la conversión debía ser voluntaria e individual», «principalmente a través de la predicación y el ejemplo», mientras que por parte musulmana «desde los primerísimos tiempos la conversión ha sido impuesta con las armas», explicó.
Pero alertó de que «la diferencia más fuerte entre Cristianismo e Islam es a propósito de un tema central como la concepción del ser humano».
«Lo demuestra el hecho de que muchos países islámicos no hayan aceptado la Declaración de los Derechos del Hombre promulgada por las Naciones Unidas en 1948, o lo hayan hecho con la reserva de excluir las normas que contravengan la ley coránica, esto es, en la práctica todas», afirmó monseñor Brandmüller.
Añadió que en la tradición islámica no existe el concepto de igualdad de todos los seres humanos, ni en consecuencia el de la dignidad de toda vida humana. «La "sharia" de hecho está fundada en una triple desigualdad: entre hombre y mujer, entre musulmán y no musulmán, entre libre y esclavo», aclaró.
E hizo hincapié en que «la más irrevocable de estas desigualdades es sin embargo la del hombre y la mujer».
«En la tradición islámica --precisó monseñor Brandmüller— al hombre le está consentida la poligamia; la mujer no puede tener más de un marido, no puede casarse con un hombre de otra fe, puede ser repudiada por el marido, no tiene derecho alguno sobre la prole en caso de divorcio, está penalizada en la división hereditaria y desde el punto de vista jurídico su testimonio vale la mitad que el de un hombre».
«Si esta caracterización del Islam está destinada en el futuro a permanecer invariada, como ha ocurrido hasta ahora, no puede más que resultar difícil la convivencia con cuantos no pertenecen a la comunidad musulmana», concluyó.
En su intervención, Khaled Fouad Allam --profesor de Sociología del mundo musulmán y de Historia e Instituciones de los países islámicos en la Universidad de Trieste, y de Islamística en la Universidad de Urbino— apuntó que la educación es el único camino para superar las contradicciones y los retrocesos en el contexto musulmán.
Participó igualmente en el Congreso Rocco Buttiglione, ministro italiano de Bienes Culturales, quien explicó cómo la concepción trinitaria de los cristianos implica el concepto de relación.
Clausuró los trabajos el cardenal Angelo Sodano –secretario de Estado del Vaticano--, quien dio gracias a la Providencia, que «siempre sabe suscitar en su Iglesia sucesores de Pedro que sepan responder a los desafíos de los tiempos».
A pesar de su brevedad (1566-1572), el de San Pío V fue uno de los pontificados más fecundos del siglo.
También fue el pontífice que instituyó la fiesta de la Virgen del Rosario tras la victoria de Lepanto –en acción de gracias cuando la flota cristiana derrotó a la turca--, el 7 de octubre de 1571. La Basílica patriarcal de Santa María la Mayor en Roma custodia sus restos.
«Si esta caracterización del Islam está destinada en el futuro a permanecer invariada, como ha ocurrido hasta ahora, no puede más que resultar difícil la convivencia con cuantos no pertenecen a la comunidad musulmana», concluyó.
En su intervención, Khaled Fouad Allam --profesor de Sociología del mundo musulmán y de Historia e Instituciones de los países islámicos en la Universidad de Trieste, y de Islamística en la Universidad de Urbino— apuntó que la educación es el único camino para superar las contradicciones y los retrocesos en el contexto musulmán.
Participó igualmente en el Congreso Rocco Buttiglione, ministro italiano de Bienes Culturales, quien explicó cómo la concepción trinitaria de los cristianos implica el concepto de relación.
Clausuró los trabajos el cardenal Angelo Sodano –secretario de Estado del Vaticano--, quien dio gracias a la Providencia, que «siempre sabe suscitar en su Iglesia sucesores de Pedro que sepan responder a los desafíos de los tiempos».
A pesar de su brevedad (1566-1572), el de San Pío V fue uno de los pontificados más fecundos del siglo.
También fue el pontífice que instituyó la fiesta de la Virgen del Rosario tras la victoria de Lepanto –en acción de gracias cuando la flota cristiana derrotó a la turca--, el 7 de octubre de 1571. La Basílica patriarcal de Santa María la Mayor en Roma custodia sus restos.