El tratamiento de The Economist sobre la crisis francesa

jueves, noviembre 24, 2005

Como ya veíamos en otros posts el problema que sufre Europa es un "atontolinamiento masivo" y un orgullo mal entendido de unas políticas de "integración que no obligan a integrarse por obra y gracia de los acuerdos de La unión Europea con la Liga Árabe. Pero no sólo eso. Es que no sólo no se examinan las cuestiones ponderando los distintos hechos que objetivamente han ocurrido, para hacer después el análisis que será más o menos correcto. Es que además SE OMITEN los hechos que no interesan al análisis. Es como si Newton hubiera elaborado su teoría de la gravedad sin tener en cuenta que la manzana caía y por tanto, al obviar ese hecho incontestable, hubiera dicho que los pájaros vuelan y que por tanto, a nadie le atrae la tierra.

Como consecuencia de este tipo de "objetividad", tenemos revistas prestigiosas como The Economist que escriben artículos como este:

El día después
Preguntas sobre la sociedad francesa después de la orgía de disturbios.

Una medida del ambiente violento es que el gobierno francés, esta semana se felicitó de que sólo hubieran ardido 215 coches en una noche y lo consideró una "situación casi normal". En el momento más importante de los disturbios recientes más de 1.400 vehículos fueron quemados en una sola noche. Una semana después de que el gobierno decretase el estado de emergencia, los suburbios de París están más o menos tranquilos -aunque todavía existan ataques de incendios esporádicos, incluyendo a guarderías, en todas partes. El gobierno ha procedido a aprobar una ley prolongando el estado de emergencia durante 3 meses.

Mientras Francia se recompone tras los disturbios, todo el mundo se hace duras preguntas. Nadie se pone de acuerdo sobre las causas, que incluyen falta de trabajo, segregación, políticas de línea dura, discriminación (¿no había dicho ya segregación?...) mafias de droga y faltad e control paterno -especialmente, según un ministro, en las familias polígamas (no dice que esto está prohibido, ¿ehhh?). Incluso el Presidente Jacques Chirac, que no se hizo visible durante los disturbios, reconoció en la televisión, que había una "enfermedad profunda en Francia.

En respuesta, se ha hecho una política de tortas y zanahorias. El estado de emergencia da a la polícía poderes para detener y arrestar sospechosos, con sentencias de prisión para menores que violan los alto-al-fuego locales, que sólo se han impuesto en determinados lugares. Nicolas Sarkozy, el ministro del Interior y presidente del gobernante partido UMP, planea expulsar a los extranjeros a los que se haya encontrado culpables de los disturbios; se han comenzado a tramitar diez de esas expulsiones.

En cuanto a las zanahorias, Dominique de Villepin, el primer ministro, está trabajando en el plan "banlieue". Una idea, dice Thierry Breton, el ministro de finanzas, es "restaurar la actividad económica de los suburbios, para que no se conviertan en zonas dormitorio".Las medidas incluyen la vuelta de los comercios a las zonas afectadas mediante incentivos fiscales en compensación con las oblgaciones de emplear a los que vivan en los suburbios. Otro elemento dice Gérard Larcher, el ministro de trabajo, será la formación profesional desde los 14 años, para desincentivar los abandonos escolares. Un servicio social voluntario se establecerá, cada año, para 50.000 jóvenes que dejen la escuela. casi todo esto, puede ser financiado, según Thierry Breton, a través de presupuestos existentes.

Más vejatoria es una pregunta más amplia: ¿cómo puede Francia alterar su imagen para reflejar a sus ciudadanos no blancos? Oficialmente, la república, igualitaria y ciega al color, abraza a todos. Pero la realidad es que la segregación y la discriminación, especialmente contra los que son de origen norte y oeste-africano, han expuesto los límites del modelo. Es la primer vez, que existe un vigoroso debate sobre la representación, símbolos y modelos de conducta. En este aspecto, los disturbios pueden dar lugar a un punto de inflexión.

Usualmente, los políticos de la izquierda y de la derecha no prestan atención a una mayor representación étnica en el parlamento, en la policía o en los Consejos de Administración -como un paso peligroso hacia el multiculturalismo. Pocos distinguen entre el sistema de cuotas y una aproximación voluntaria a presiones y el interés personal. Esta semana Chirac, sin embargo, habló de la necesidad de reconocer "la diversidad de la sociedad francesa", añadiendo que las empresas, los sindicatos, los partidos políticos y los medios deberían "reflejar mejor la realidad de la Francia de hoy".

Simbólicamente, esta es una gran oportunidad. Cómo se vayan a materializar esas ideas es otra cuestión. El gobierno rechaza las cuotas. Pero quiere incrementar la aproximación voluntaria. El (privado) Instituto de Ciencias Políticas (Siences-Po) en París y ESSEC, una escuela de negocios (también privada) van a iniciar proyectos para reclutar a alumnos brillantes de las áreas pobres, muchos de ellos no blancos. Pero muchas preguntas siguen existiendo, no siendo la menor el rechazo a que los empleadores realicen estadísticas que determinen el progreso por razas.

¿Servirá cualquiera de estas cosas para la reputación del gobierno? A pesar de sus fallos, la respuesta puede ser que sí. Como Dominique Raynié, un politólogo de Siencies-PO, dice: "Cuando los franceses tienen miedo, se van hacia la derecha, Pasó después de 1968. Lógicamente pasará en las elecciones del 2007". La inseguridad es posibel que domine las elecciones y la campaña electoral desde el año que viene. Una encuesta de Ipsos mostró un salto en los niveles de aceptación tanto de Sarkozy como de De Villepin (omite decir que uno subió 11 puntos y el otro 2).

No es sólo el centro-derecha el que puede ganar, empero. Jean-Marie Le Pen, del partido de extrema derecha del Frente Nacional, estudiosamente silencioso durante la crisis de las banlieues, ahora clama haber sido el primero que vió los problemas. "La inmigración, la explosión de los suburbios: le Pen lo dijo", reza su último poster (lo que parece que sí, si tenemos en cuenta el vídeo del qeu se hacen eco
aquí). Los miedos de inseguridad e inmigración son la fuerza de su partido.

Pero Mr Le Pen no es el único de habla duro. Las expulsiones de Mr Sarkozy y su uso de los términos como racaille para describir a los protagonistas de los disturbios han incrementado su atracción para la derecha autoritaria. "Una mayoría de los votantes del Frente Nacional son volátiles y pueden votar a Sarkozy", dice uno de sus consejeros. La batalla promete ser tan fiera entre la derecha y la extrema derecha como entre la derecha y la izquierda.


En primer lugar, vean que no ha mencionado UNA SOLA VEZ la petición de distintos protavoces de los Hermanos Musulmanes, erigidos en algunos puntos como representantes de los musulmanes de esos barrios, de que se les deje en paz, lo que choca manifiestamente con determinar como causa de los disturbios la simple y llana discriminación y segregación a la que hace referencia el artículo. Es de notar además, que en la entrevista de TF1 del 8 de noviembre, Dominique de Villepin, interrogado por qué en los disturbios sólo habían intervenido determinadas minorías y no otras que sin embargo, sí se habían integrado (como españoles, portugueses, chinos, polacos, etc), simplemente eludió la cuestión diciendo poco menos que las circunstancias eran diferenctes pero NO DIJO CUÁLES ERAN ESTAS CIRCUNSTANCIAS.

En segundo lugar, si tremendo es que la prensa no mencione que el islamismo si no ha intervenido, sí se va a beneficiar de los hechos que se han producido lo que he tratado ya en otros posts), que no se mencionen los incendios que se han provocado en singagogas y en iglesias y las profanaciones de los cementerios o los gritos de Allah Akbar que se han proferido por ciertos manifestantes o apelaciones a la jihad, entre otros datos preocupantes.

Lo que no es extraño si tenemos en cuenta que la prensa francesa no se ha hecho eco de esta noticia:

Vivo en Neuilly sur Marne y quiero relatar un hecho dramático que acaba de ocurrir cerca de aquí. En la mañana del domingo a las 9 una joven marroquí Shérazade, de 18 años ha sido quemada viva por dos jóvenes paquistaníes. El solo error que ha cometido ha sido el rechazar los propuestas insistentes de uno de ellos y sus numerosas propuestas de matrimonio que le había hecho. Hoy Shérazade está en un hospital en la unidad de grandes quemados, con su cuerpo y su cara quemadas en un 60 % y se encuentra en un coma artificial para evitarla sufrimientos innecesarios. Ningún periodista está ahí para relatar esta tragedia ahora que están centrados en la violencia de las banlieues.

Lo impresionante del asunto es que sólo ha habido un breve de fecha de 14 de noviembre[2] y una notiia en France 3 région (domingo por la tarde), señalando que era por un "desengaño amoroso" y no un crimen sexista, según el link. Si bien es cierto, como apunta el artículo que los crímenes de violencia de género no se producen en una comunidad concreta, lo cierto es que las agresiones a mujeres por parte de musulmanes están justificadas en el Corán de manera expresa. Pero esto es asunto para otro post.

Sin embargo, para que se vea lo bien que funciona el multiculturalismo en Gran Bretaña y por qué deberían callarse estos analistas (o analizar primero lo que pasa en su propia casa) hace poco la noticia de la violación de una niña negra de 14 años, inmigrante ilegal que vivía en Birmingham, por 9 hombres en la trastienda de la tienda de un musulmán, lo que produjo un enfrentamiento de los musulmanes contra los negros de la ciudad, porque, claro como era ilegal no podía denunciar a los que habían cometido un hecho tan horroroso. De paso, 300 jóvenes asiáticos (léase paquistaníes) comenzaron a tirar piedras a las persoans que iban a la Iglesia. Todo en el nombre de la multiculturalidad.