Como habreis podido observar, he estado unos días sin bloguear, aunque he seguido recopilando información. Tenía que pensar sobre ciertas cuestiones que han pasado últimamente y ciertamente necesitaba este parón, tanto física como anímicamente.
Una de las cuestiones que más me preocupan como ya señalé aquí, es el divorcio entre los ciudadanos y los políticos. Normalmente, diría que eso es culpa de los políticos porque blablabla, pero es curioso que prácticamente nadie haya considerado en qué sociedad vivimos y de la que formamos parte todos, a la hora de evaluar este divorcio. Así que voy a hacer un estudio de los hechos que objetivamente ocurren, dejando a cada lector la evaluación de las consecuencias, porque creo que somos todos mayorcitos para considerarlas.
Lo primero que hay que tener en cuenta es cómo nace la democracia. Como sistema político, nace en Grecia en un momento determinado y con unas características determinadas. Literalmente, democracia proviene de demokratia, eso es, el gobierno de todos.
Se llamaba así porque todos participaban en el Gobierno. Claro, que no todos los ciudadanos estaban incluidos en esa definición de todos:
Only adult male Athenians citizens who had completed their military training as ephebes – effectively eighteen years and over – had the right to vote in Athens. This excluded a majority of the population, namely slaves, children, women and resident foreigners (metics). Also disallowed were citizens whose rights were under suspension (typically for failure to pay a debt to the city: see atimia); for some Athenians this amounted to permanent (and in fact inheritable) disqualification. Still, in contrast with oligarchical societies, there were no real property requirements limiting access. (The property classes of Solon's constitution remained on the books, but they were a dead letter). Given the exclusionary and ancestral conception of citizenship held by Greek city-states, a relatively large portion of the population took part in the government of Athens and of other radical democracies like it. At Athens some citizens were far more active than others, but the vast numbers required just for the system to work testify to a breadth of participation among those eligible that greatly exceeded any present day democracy.
Athenian citizens had to be legitimately descended from citizens—after the reforms of Pericles in 450 BC on both sides of the family, excluding the children of Athenian men and foreign women. Although the legislation was not retrospective, five years later the Athenians removed 5000 from the citizen registers when a free gift of grain arrived for all citizens from an Egyptian king. Citizenship could be granted by the assembly and was sometimes given to large groups (Plateans in 427 BC, Samians in 405 BC) but, by the 4th century, only to individuals and by a special vote with a quorum of 6000. This was generally done as a reward for some service to the state. In the course of a century the numbers involved were in the hundreds rather than thousands. This reflected the general conception of the polis as a community, somewhat like an extended family, rather than as a territorial state.
Esto es fundamental, ya que quienes votaban estaban en el ajo: eran personas que tenían intereses en que la ciudad de Atenas prosperase: no de la tierra, pero sí políticos y además económicos de otra clase (por ejemplo, comerciales). Y no sólo porque legislaban para sus intereses, si no porque si la ciudad entraba en decadencia podía haber una revolución de los más desfavorecidos (léase, los que no tenían derechos a voto) y ya sabemos las consecuencias de estas actividades en última instancia.
Esto es una distinción importante de lo que ocurre hoy día. La democracia hoy es representativa, no directa, (con pocas excepciones), como consecuencia principalmente de la introducción del sufragio universal. Se considera que esto es fundamental para la gobernabilidad de los países porque la mayoría de lo que se legisla es súmamente complicado para el común de los ciudadanos.
Ante esta disyuntiva se opta por un sistema que evidentemente no favorece la participación del ciudadano que, ocupado en sus quehaceres diarios, considera prácticamente imposible estar al día de todas las actividades que llevan los políticos en su nombre. Y es aquí donde tenemos el problema.
Cuando votamos cada cuatro años, votamos el programa político de un partido sobre el que a) no hemos tenido ningún control en el momento de su redacción y b) sobre cuya ejecución no tendremos tampoco mucho control.
La explicación es simple: en su redacción participan los partidos políticos, que en muchos casos no hacen caso a sus votantes ni siquiera al conjunto de la sociedad. Se guían por lo políticamente correcto (o lo políticamente incorrecto, para ser rompedores), sin considerar si lo que están poniendo en ese programa es realmente lo que el ciudadano medio demanda.
Pero es que en su ejecución tenemos tan poca (o tan nula) influencia. En nuestro país, se rechaza el mandato imperativo de los senadores y de los diputados en el art. 68.2 de la Constitución. El mandato imperativo consiste en que si el diputado/s no cumple con su programa, un número suficiente de electores pueden pedir que sea retirado de su puesto y sustituido por otro que sí vaya a cumplir con él. Esta institución, si bien cada vez con menos importancia, se encuentra presente, por ejemplo, en Estados Unidos (no en Cuba, lo digo por Bardem&Co.).
¿Por qué ocurre esto? El ciudadano medio inmediatamente echará la culpa a los políticos, SIN siquiera considerar que no hace nada por sí mismo para cambiar eso. Es curiosa la cantidad de críticas que reciben los partidos políticos, pero muy pocos intentan luchar contra la actitud abiertamente pasiva de los ciudadanos en política. Y sólo a través de una educación política real, se podrá hacer que el ciudadano, aunque no esté interesado en la política, llegue a considerar los efectos de la misma en su vida y pueda luchar con efectividad contra este abuso del sistema democrático.
Pero si algo debemos aprender de la democracia en Atenas es precisamente en su final. La democracia cayó por la tiranía de la familia Peisitratos, los Tiranos, cuyos miembros fueron a cuál peor que el anterior. Al final fueron asesinados por Harmodio y Aristogeiton, los tiranicidas. Que fueron los primeros griegos en vida a quienes se juzgó lo suficientemente importantes como para tener una estatua a pesar de ser mortales:
La realidad como siempre es que estos dos hombres no lucharon por altos valores ni por Atenas ni por la democracia: literalmente estaban liados en una de esas relaciones homo-pederásticas que tanto abundaban en la Grecia clásica (es curiosa la relación con el Islam en esta cuestión: como la mujer es inferior, es necesario el mantenimiento de estas relaciones para poder gozar con alguien igual). El tirano Hipparchus buscó los favores sexuales del joven y apuesto Harmodio quien se lo contó de inmediato a Aristogeiton quien prometió que tomaría venganza. Entonces, Hipparchus descalificó a la hermana joven de Harmodio pretextando que no era virgen y, por tanto, estaba incapacitada para portar las ofrendas (Kanephoros). Esto era una ofensa gravísima y entonces los amantes decidieron asesinar a los hermanos Hipparchus e Hippias y liberarse así de los tiranos.
Pero el día que se había propuesto actuar pensaron por diversas circunstancias que sus co-conspiradores les habían traicionado, mataron a Hipparchus pero sus guardias los mataron a ellos y no hubo revuelta alguna.
Hippias fue derrocado después con la ayuda de una coalición de Esparta en 510 y huyó a Persia. Se restableció la democracia de nuevo, con ciertas reformas de Cleisthenes.
Pero después Esparta consideró que la nueva Atenas democrática era especialmente peligrosa para sus intereses (curioso: Esparta, que era una monarquía dictatorial, apoyó la democracia ateniense porque pensó que Atenas iba a ser más débil. Cuando se dio cuenta de que podía superar a Esparta, intentaron volver a colocar a Hippias):
The Spartans later thought that a free, democratic Athens would be dangerous to Spartan power, and attempted to recall Hippias and reestablish the tyranny. Hippias had fled to Persia, and the Persians threatened to attack Athens if they did not accept Hippias; nevertheless the Athenians preferred to remain democratic despite the danger from Persia. Soon after this, the Ionian Revolt began. It was put down in 494 BC, but Darius I of Persia was intent on punishing Athens for their role in the revolt. In 490 BC Hippias, still in the service of the Persians, led Darius to Marathon, Greece. According to Herodotus, Hippias had a dream that the Persians would be defeated, and they in fact were defeated at the Battle of Marathon although many historical texts believe that Hippias saw many omens for victory on both sides.
seguimos:
The greatest and longest-lasting democratic leader was Pericles; after his death, Athenian democracy was twice briefly interrupted by oligarchic revolution towards the end of the Peloponnesian War. It was modified somewhat after it was restored under Eucleides; the most detailed accounts are of this fourth-century modification rather than the Periclean system. It was suppressed by the Macedonians in 322 BC. The Athenian institutions were later revived, but the extent to which they were a real democracy is debatable.
Como vemos, la democracia siempre ha constituido un régimen incómodo que se ha salvado sólo porque los ciudadanos querían mantenerla. También había peligros foráneos (Esparta, Persia) y peligros internos (tiranos, oligarcas). La pregunta sería pues: ¿estamos ahora interesados en mantenerla cuando la acechan peligros también desde fuera y desde dentro? Y somos los ciudadanos los que debemos mantenerla, no los políticos. Cuestión que no es sólo española, ni siquiera principalmente española: la Unión Europea existe aunque muchos obvien su existencia y se metan más con sus partidos políticos nacionales que con el monstruo burocrático-oligárquico que tenemos sobre nuestras cabezas.