Los que me conocéis o habéis leído dos o tres posts de este blog, sabéis que no soporto a los terroristas ni a los musulmanes extremistas ni a la imposición de la Sharia ni al pañuelo islámico, etc. Pero la misma sensación me dan estos descerebrados. En primer lugar porque no creo que el problema fundamentalista se arregle matando a nadie: eso es ponerse a la altura del barbarismo del adversario, si no dejando muy claros los límites de la legislación y que al que no le guste lo que hay aquí, la frontera está abierta para que pueda irse por donde ha venido exactamente igual que cualquier hijo de vecino. En segundo lugar, porque esto lo único que hace es aumentar el victimismo de los extremistas (el hermano de la asesinada está diciendo que "el verdadero terrorismo existe en Europa" donde la gente es "muy racista") que sin embargo, no reconocen bajo ningún concepto las atrocidades que todos los días se pueden rastrear con sólo suscribirse a algunas (2 ó 3) alertas de google. Y en tercer lugar, porque todo el esfuerzo realizado para luchar contra la ideología fundamentalista puede ser destruido gracias a estos absolutos gilipollas. Sí, gilipollas. Sé que habrá algunos que digan que soy "inocente", otros que "tengo buen corazón" y otros que "es una mujer, bahhh". Pero pensemos a dónde lleva el considerar a todo un grupo, sin distinción alguna, como el culpable de todos los males.
He visto a gente que se ríe de que los chinos maten musulmanes en China y dicen que ojalá "mataran hasta a sus canarios", en plan "mira, están jugando al tiro al plato, qué divertido". Lo siento, pero no soporto eso. Una cosa es perseguir a Abu Hamza o a Abu Qutada y a todos los demás vigorosos hombres islámicos que les apoyan porque encuentran una manera maravillosa de vivir de la sociedad que declaran que quieren destruir, grupo que me hace vomitar con su victimismo y sus paridas. Y otra muy distinta es decir que hay que matar a todos los musulmanes incluidos niños, sin distinción. Y sí, hay gente que lo está defendiendo. No pongo los enlaces porque no quiero que tengan encima más notoriedad, pero la realidad está ahí. Lo he estado hablando con otras personas y todos han quedado un poco sorprendidos porque, exactamente igual que yo, nadie lo había dicho tan claramente nunca o por lo menos yo no lo había leído así de claro nunca.
Lo he avisado desde hace mucho tiempo en diversas discusiones blogosféricas: en ellas nadie se metió porque ¿para qué? Dejemos que ella se pelee que parece tener mucho tiempo libre. Pues no, no lo tengo. Y estoy muy cansada. Veo que este problema tan grave no se enfrenta desde la cabeza si no desde las pelotas, a ver quién las tiene más gordas, como si dijéramos. Pues si me hace tal, voy yo y le pego tres tiros. Claro, claro... mientras se aprueban resoluciones de la ONU en las que no me permiten criticar (es decir, contrarrestar sin violencia la barbarie) el Islam (o al menos los aspectos poco evolucionados que tiene) y se conceden subvenciones millonarias a instituciones para supuestamente investigar en el desarollo de los pueblos, la alianza de las civilizaciones y la preparación de las castañas pilongas, que nunca van a los más liberales, si no casualmente a los más extremistas. Eso sí, el patrón-oro, las subvenciones al orgullo gay o por qué la Pajín es una obtusa son cosas que fundamentan un montón de posts de sesudos comentaristas que, sin embargo, jamás han intentado escribir nada sobre esto. Salvo en una ocasión, después de haber criticado yo precisamente esta pasividad en la crítica contra el Islam fundamentalista, dejándolo a unos frikis de risa, sí se escribió un post para decir que yo intentaba manejar la blogosfera, post que tengo muy presente por lo venenoso y lo malintencionado de la persona que lo escribió y de quién jamás me hubiera podido imaginar que pensara de mí algo así.
Dije, después de ver algunos espectáculos vergonzosos en la blogosfera (más propios de verdulería que de personas civilizadas y que dan vergüenza ajena) que no volvería a postear a varias personas, pero esto me parece muy grave. Me parece que es necesario decirlo. Y que es necesario que YO lo diga. Aunque haya aún más número de personas que se compren un muñequito vudú y le pongan el nombre de Nora para clavarle algunas agujas en los ratos libres.
Espero que tengáis todos una vida maravillosa y que no pase lo que me estoy temiendo. Recordad: sólo el hombre tropieza dos veces en la misma piedra. Los de la extrema derecha checa están pidiendo una "solución final" contra los gitanos (y los judíos también que para algo pasaron por allí y porque si se pide para unos, por qué no se va a pedir para otros). La tentación exterminadora es eso, una tentación, pero es demasiado poderosa, la cumbre del poder. Tener bajo su orden la vida o la muerte de miles de personas. Y espero que no paguen justos por pecadores, lo que siempre pasa con las generalizaciones, los chivos expiatorios y los totalitarismos. Espero y deseo. Pero no tengo claro nada.
Si siempre fui asocial, todos estos rollos aún me han hecho mucho más. La sociedad se basa en un montón de reglas cutres y absolutamente gilipollas que consisten en no decir nada a la cara no vaya a ser que nos explote la mierda encima. Pues siento decirlo: la mierda acaba saliendo por un lado o por otro. El ser políticamente correcto es intentar que la mierda no salga aunque haya que estar sentado encima de ella, mientras nos va manchando inexorablemente las bajeras. Hasta que nos cubra. Una vez que lo haya hecho, habremos muerto por asfixia de una manera o de otra. Y esto vale tanto desde el punto de vista social como desde el punto de vista personal.
Termino con mi frase favorita de la Biblia: El que tenga oidos que oiga. Claro que también se necesita tener cerebro, para pensar y corazón para entender a los demás. Parece ser que si de oído estamos mal, de inteligencia y de corazón necesitamos un trasplante urgente. Y ya sabemos cómo está el mercado de trasplantes: no hay suficientes corazones y no existe el trasplante de cerebros. Y lo que natura non da, Salamanca non presta.